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¿Te cuesta tener constancia y continuidad en tu práctica al meditar? ¿Te gustaría ser más perseverante con la meditación? En este artículo vamos a darte tres claves para que consigas crear una rutina diaria en la práctica de la meditación.
En la actualidad, nuestro día a día está repleto de actividades. Trabajo, estudios, familia, amistades, aficiones, circunstancias inesperadas… de una forma u otra, siempre nos estamos ocupando de algo. Y después de todo un día haciendo una u otra actividad, llega el cansancio y lo que más apetece es relajarse y descansar. Nos gustaría meditar y hacer prácticas que nos aporten bienestar y autoconocimiento, anhelamos profundizar en los misterios de la Consciencia y el Despertar, pero creemos que con la rutina que llevamos eso no nos es posible, porque «no tenemos tiempo» de dedicarnos a ello como quisiéramos.
Cómo empezar a crear hábito
Como suele decirse, el ser humano es animal de costumbres. Si paramos por un momento a reflexionar sobre lo que esto significa, podremos extraer algunas conclusiones interesantes respecto al modo en que enfocamos nuestra vida y concretamente nuestra práctica meditativa o cualquier otra relacionada con nuestra espiritualidad.
La Filosofía Perenne habla muy claramente de esto a través de dos axiomas: «Las tendencias se acentúan» y «El ritmo decuplica (multiplica por diez) el resultado». Si observamos un poco nuestro día a día a través de estos dos sabios axiomas, comprobaremos que así es: por repetición creamos hábito, normalizamos una actividad que se realiza muchas veces a lo largo del tiempo hasta que la hacemos parte de nosotros. Si se hace de forma constante, con la intensidad y perseverancia suficientes, los resultados se multiplican exponencialmente. Estos principios se dan en todos los aspectos de nuestra vida, y nuestra práctica meditativa no está exenta de ellos.
Tenemos entonces una primera clave para comenzar a crear hábito con la meditación: meditar cada día. Sí, es una redundancia muy obvia, pero es así cómo conseguiremos hacer de la meditación algo «nuestro».
¿Cómo conseguir meditar cada día? Es necesario que busquemos un momento del día en el que podamos sentarnos a meditar. Si nos decimos a nosotros mismos que no tenemos tiempo nunca lo haremos. Al contrario, es necesario buscar un momento óptimo dentro de nuestra dinámica diaria para ponernos a meditar, en la haya tranquilidad y sea posible dedicarse por entero a ello.
Es importante que sea siempre a la misma hora, ya que eso ayuda mucho a crear hábito. Si no podemos por la mañana, hagámoslo por la tarde o por la noche. Lo importante es marcarse una hora determinada para hacer la práctica. De hecho, no solamente se busca hacer la práctica meditativa a la misma hora para crear hábito, sino que también es útil para hacernos más conscientes de los cambios y resultados interiores que se dan con el tiempo.
Un punto esencial para cumplir con el propósito de meditar a diario es no auto engañarse con el asunto del tiempo disponible: si nos organizamos bien y nos tomamos en serio nuestra práctica, siempre encontraremos el momento para meditar y lo haremos con muchas ganas. La meditación es un nutriente para el alma, una maravillosa oportunidad para profundizar en nosotros mismos y hacer aflorar nuestra naturaleza espiritual.
La paciencia
Posiblemente uno de los mayores obstáculos para convertir en rutina la meditación sea la impaciencia. En esta cultura de la inmediatez en la que vivimos, solemos quererlo todo al momento, tener resultados rápidos y duraderos en nuestras actividades. Esto no funciona así con la meditación ni el trabajo interior. Es necesario tener paciencia con nosotros mismos y no esperar tener resultados de forma inmediata, o lo que es lo mismo, no tener expectativas de lo que pueda suceder en la meditación.
Las expectativas hablan de nuestros deseos, y quien se deja llevar por el deseo tiende a la impaciencia. Hay que estar abierto a que pueda suceder cualquier cosa durante la meditación; habrá días en los que será muy productiva y otros días no tanto, eso es una realidad que viven hasta los meditadores más expertos.
De todas formas, lo que sí es cierto es que no hay meditación perdida. No importa que nuestra mente haya divagado de un lado para otro, o que no hayamos sido capaces de mantener la postura y la quietud durante la práctica: lo importante es permanecer y perseverar. No hay que creer que es necesario forzar a que la mente se aquiete, o que de entrada hemos de ser grandes yoguis que estén en quietud corporal para meditar en condiciones. Todo eso lo construyes con paciencia y perseverancia, y es que no hay atajos en esto.
Por eso la paciencia es tan importante, porque la paciencia implica aceptación del momento, y por tanto no hay deseo ni expectativa, sino aquí y ahora. ¿Hoy no he estado centrado durante la meditación? No importa, mañana lo volvemos a intentar, y además estoy descubriendo que no estoy centrado, con lo cual ya conozco algo más sobre mí que he de trabajar. ¿Esta semana no he sido capaz de mantener una postura adecuada para meditar? La semana que viene tengo una nueva oportunidad, y además veo que si hago unos estiramientos o algo de yoga me será más fácil mantener la postura.
Lo asombroso de todo esto es que, cuando hay paciencia durante la práctica, plena aceptación de lo que sucede interiormente, la mente se aquieta y también el cuerpo. La paciencia tiene mucha relación con el mindfulness, porque una de las claves para que se dé este estado es parar internamente, y observar con aceptación. Y solamente podremos practicar mindfulness y meditación plenamente si acogemos la paciencia en la práctica y por extensión en nuestras vidas. Otro aspecto interesante con la paciencia es que si la integramos en nuestra práctica obtendremos frutos antes de lo que pensamos.
«Los ríos lo saben: no hay prisa. Vamos a llegar algún día.»
A.A. Milne
¿Por qué medito?
Aunque este punto podría ser el primero a desarrollar, lo he dejado en último lugar porque considero que es una clave que va más allá de la misma práctica y que se ha de reflexionar antes y durante el tiempo que se hace la misma. A veces el porqué de algo no se encuentra al inicio, sino en el durante e incluso en el después.
Para emprender cualquier actividad o proyecto siempre hay un porqué. Si bien es cierto que durante el Camino la incertidumbre y la impermanencia aparecen en cada esquina y que nunca se sabe cuál es el siguiente paso, tener claro —al menos de inicio— nuestro objetivo a la hora de meditar es esencial para generar fuerzas internas que nos lleven a conseguir nuestro propósito. ¿Cuál es mi propósito para meditar? ¿Aprender a relajarme, cultivar mindfulness, autoconocerme, despertar Consciencia? Es vital buscarle un sentido bien definido a por qué meditamos.
Con la palabra «sentido» me refiero expresamente a su doble acepción: «sentido» como dirección a seguir con la práctica y «sentido» como significado de la misma. Si no le damos sentido a la práctica meditativa y espiritual en general será difícil conseguir nada. El sentido, eso sí, ha de buscarlo y reflexionarlo cada cual. Además, a medida que profundizamos en la meditación, en el mindfulness y en el Camino, aparecen nuevos sentidos y significados y nuestras energías internas se renuevan. Por eso este Camino es de infinita riqueza y belleza.
Resumen
Para concluir el artículo, resumamos lo que hemos desarrollado.
Si buscamos crear hábito con la meditación, es necesario que intentemos hacerlo siempre a la misma hora y si nos es posible cada día. Para ello se ha de tener voluntad y paciencia, no esperar resultados inmediatos, y aceptar tanto los movimientos de la mente como nuestro aguante con el cuerpo. Con la paciencia se da la perseverancia, desaparece el deseo y nos ubicamos en el aquí ahora, y se abre la puerta a la auténtica meditación.
Por último, buscar un sentido a la práctica, es decir, dirección y significado, es esencial para tener continuidad con la meditación y definitivamente crear hábito y gusto por la ella.
Estas tres claves nos ayudan a abrir la puerta al insondable misterio de la Consciencia Despierta.
«Practiquen la meditación. Es algo fundamental. Una vez que se la disfruta, ya no se la puede abandonar, y los beneficios son inmediatos.»
Dalai Lama
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Redacción: Álvaro González